FLUIR SON LA REALIDAD=RENOVACIÓN ESENCIAL El agua es símbolo de vida, portadora de fuerza creadora, nutritiva y también representa la entrega por su adaptabilidad a la forma, por su flexibilidad... es puro fluir y por ello renovación. En esa adaptabilidad a la forma como es, vive su fuerza máxima, porque su acción es fusional y a la vez es autónoma en su identidad con su entorno, respetando su propia esencia, cuando es así, se vive genuinamente. Los seres humanos en nuestra estructura biológica, tenemos una alta proporción de agua, el agua es conductora de memoria ancestral, en los riñones según la medicina china, reside la potencia vital para el ciclo de vida de cada persona, pero también el miedo que la contiene, sin dejarla fluir y expandirse. Por una protección inadaptada al tiempo presente, con una intención ciega, repetida en muchas generaciones, que requiere de un atrevido y valiente salto para salir de su entropía, es como el símil del agua, acumula fuerza destructora cuando no se respeta su naturaleza y los otros elementos que cohabitan con ella. La vida en un movimiento evolutivo imparable, de pulsión transformadora para mantener la vida y para crear nuevas conciencializaciones de vida con más apertura y claridad... que avanza aprovechando lo útil, lo aprendido y suelta lo que está inerte, como la función de los riñones, filtrar para no dañar. Sabemos que el miedo se hereda y además se toma con amor, con brazos totalmente abiertos, fue en la primera etapa de nuestra vida o incluso en el vientre de nuestra madre, un deseo arcaico de salvadores. Nuestros padres, nos dieron lo que ellos recibieron, una energía que intrínsecamente busca una meta que viene de lejos, llegar al mar y unificarse con su estado más completo y dilatado. Sin olvidar que es gracias al opuesto del fluir, es decir, la resistencia, que va con capa y espada para impedir que se repita el dolor vivido en el pasado, toda persona ha tenido traumas. Ese miedo que fue aterrador y cercano a una sensación de peligro de muerte, sigue queriendo mantenernos con vida y evitar reproducir la experiencia. Así sin darnos cuenta, nos aislamos de la vida, o nos desconectamos de la realidad, ausentándose de distintas maneras para impedir vivir lo nuevo que en nuestra mente inconsciente asociamos a la pérdida, peligro, soledad, etc. Puede ser una conducta visible o todo lo contrario, muy sutil y no reconocerse. Llegar a esa toma de realidad lleva tiempo, y es posible, con perseverancia y como resultado de un compromiso personal, sucede cuando decidimos entregarnos, dejar de bañarnos o ahogarnos en aguas movidas por el pasado y renunciar a la tensión del miedo y la desgastadora lucha estéril. Entonces, se podrá tomar la vida en su plenitud para disfrutarla y crear una acción en sintonía con lo que podemos ofrecer, pues como el agua, somos un canal de transmisión participativa. Luego, todo valdrá la pena si de vuelta, llegamos al océano fecundo para concebir una nueva realidad para nosotros/as, para todo el sistema familiar y por ende al colectivo, ya que son ondas expansivas de resonancia en el agua de la vida, creadas por todas las personas que se entregan a fluir con la realidad. Autora: Isabel Lechiguero González